En la natividad y los reyes magos
Recuerdo las vivencias de mi infancia y emergen tiempos felices, otros más tristes.
Coexistíamos once personas, éramos una
familia numerosa. Evoco aquella casa que cambiaba de color según la
disponibilidad de la “libra”, (el billete más trascendente de ese
tiempo) desde el blanco, verde, celeste hasta un azul intenso, era de
tres plantas, edificada por papá con considerable esfuerzo a través de
los años, los ocho dormitorios y cinco lavabos (baños) repartidos en
toda “la residencia Mideros”, levantados para evitar las continuas
disputas que generábamos cada vez que buscábamos “privacidad” o que
coincidíamos en bañarnos al mismo tiempo.