De pronto, las cabezas giraron asustadas, al ver la sombra descalza que provenía del montón de arena a flor de agua, su mirada seca parecía empujar sus pies hacia el liquido salado, su pelo encanecido desafiaba al viento que descubría sus facciones y la mueca de su boca enmudecida.
Era la madre de Ráfico, su mano derecha, abrazaba su vientre como a un bebé, y la izquierda extendida, amenazaba el río.
Después se metió a el, siempre observando cualquier movimiento del agua por pequeño que fuera; su vestido largo y oscuro se pegaba a las piernas, a su pecho,
mientras los molinos la azotaban; se detuvo muy cerca de nosotros, rechazó cualquier abrazo y no lloró.
Fragmento de "RAFICO"
LA SELVA PRIVADA
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