martes, 9 de agosto de 2011

MARZO

Marzo se deshizo del invierno
secando el ropero al sol,
lavando en el arroyo de los colores.
Tendió la ropa de sus días
sobre el hilo de tender
formado por el horizonte,
tendió primero la ropa blanca
de principio de mes.
Así tendió
las primeras gotas de rocío,
que convirtió en pequeños brotes tiernos.
Tendió las miradas
que regresan del frío
y tendió las incipientes florecillas.
Después sacudió las prendas más gruesas,
las que te acercan
al calor de los recuerdos
y para ellas, utilizó alfileres de trigo,
de vida y pasión...


Y así marzo
llegó a tender al día quince,
la ropa más delicada y suave,
la ropa de seda, de satén.
Y llamó a los pájaros
que se posaron pacientes
y aleteando secaron la colada
con brisa de amaneceres.

Después, en la segunda parte del mes,
utilizó los rayos del sol
para la ropa más oscura...
la del trabajo,
la ropa del sudor del campesino,
la de las manos ásperas
y el corazón inmenso.
Aquella que quería ir más lejos
por veredas abiertas en la mirada
de sus noches claras de luna.
Aquella que se quedó,
sin embargo, prendida de los surcos
regados de sudor y lágrimas.

Tendió por último
los pañuelos que llegan a abril.
Para entonces vivía de recuerdos
y se detuvo a pensar:
Si fuera más joven,
mi ropa más nueva,
llegaría con promesas
de tender en las nubes...
sobre el viento.
Abriría la voz inolvidable
de la primavera
sin promesas de flores
que duren un día.
Marzo terminó de tender,
sin ropa que secar,
sin mentiras,
sin metáforas eternas,
sin fronteras.
Y se despidió con la voz
de otro aguacero,
pero observó
antes de decir adiós
cómo los amantes
se hunden en el aroma
de la tierra mojada...
y les cobijó.


1 comentario:

Emilio Feliu dijo...

desde luego ,que sentimientos mas dulces estoy admirada , me gusta mucha tu inspiracion es como la musica celestial FELICITACIONES